Monday, July 10, 2006

 

Horizonte Político

Excelsior
José Antonio Crespo
09 de julio, 2006

Horizonte Político
Todo lo que quiso saber sobre boletas
En el debate público sobre la eventual apertura de la paquetería electoral, los panistas y varios comentaristas en los medios han esgrimido algunos argumentos, digamos peculiares, para convencernos de no hacer ese recuento. Intentemos despejar algunas dudas al respecto: 1) ¿Impugnación es sinónimo de desconocimiento del resultado? No. La impugnación está contemplada legalmente cuando los contendientes tienen quejas, dudas o inconformidades sobre el proceso mismo. Están en su derecho de hacerlo y para eso se creó el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF). El PAN, por ejemplo, no hace mucho impugnó los comicios estatales de Veracruz, Oaxaca, Sinaloa y Sonora. 2) Que López Obrador impugne la elección, ¿significa que ha desconocido el pacto de civilidad por él firmado? No, pues el proceso no termina hasta que el Tribunal Electoral desahogue las impugnaciones y declare al presidente electo, que es su exclusiva facultad. Así se planteó específicamente en el acuerdo. Aunque a muchos les conviene olvidarlo. 3) Pero, ¿es legal abrir los paquetes? No lo era durante el cómputo del IFE, salvo bajo las causales que señala el Cofipe. Y así se hizo. Pero, después de ello, el Tribunal puede ordenarlo, pues tiene la facultad de tomar las medidas que permitan borrar cualquier sombra de duda sobre cuál fue la voluntad ciudadana emitida en las urnas. Recuerda nuestra colega Ana Laura Magaloni, destacada abogada del CIDE, que las condiciones para ello son: A) "que la gravedad de la cuestión controvertida así lo exija"; B) "que pueda ser determinante para el resultado de la elección"; C) "que sólo se pueda alcanzar certidumbre (electoral) a través de dicha diligencia" (Excélsior, 7/VII/06). Me parece que las tres condiciones se cumplen.
4) Pero, ¿no acaso abrir la paquetería conduce a que se anule toda la elección? No. Sería esquizofrénico que el Tribunal ordenara primero el recuento de boletas y después, a partir de esa misma instrucción, anular la elección. 5) Pero, recontar los votos, ¿no equivaldría a hacer otra elección, desconociendo implícitamente la del 2 de julio? No. Recontar no es volver a votar. No es una segunda vuelta. La voluntad ciudadana quedó plasmada en las boletas el 2 de julio y no cambiará sólo porque se vuelvan a contabilizar. Por el contrario, dicha voluntad mayoritaria se aclararía. 6) Sí, pero hacer el recuento, ¿no implica ofender profundamente a los cientos de miles de ciudadanos que fungieron como funcionarios de las 130,000 casillas el 2 de julio? Si se afirmara que todos ellos participaron en un magno operativo de fraude, sí. Pero en su caso se habla de errores humanos, como se cometen en todas partes del mundo. A menos que los mexicanos nos creamos pequeños Papas infalibles. Varios funcionarios de casilla me han comentado que, en efecto, tras una larga jornada, el cansancio genera distracción y la proclividad al error se incrementa. No es pecado equivocarse. Y justo con un resultado estrecho, los errores pueden ser determinantes. Si ganaste por un voto, bastarían sólo dos mal contabilizados (por la razón que sea) para que el veredicto cambie. Eso, hasta un niño lo entiende (pero muchos adultos no quieren hacerlo). Si quienes fungieron como funcionarios de casilla comprenden el riesgo de inestabilidad que flota sobre nosotros, seguramente serán comprensivos y no se ofenderán con un nuevo recuento.
8) De acuerdo, pero, ¿hay elementos para suponer que de verdad hubo varios errores? Bueno, pues en los paquetes que se abrieron durante el cómputo oficial del IFE, sí se encontraron algunos yerros humanos. Por ejemplo en el distrito 23 del DF se decidió abrir 67 paquetes de 450. En 62 de ellos, el sentido de las boletas no correspondía a lo registrado en sus respectivas actas. Y el error a veces alcanzaba varios votos en una sola casilla. Se puede suponer razonablemente que en los paquetes aún no abiertos podría haber también errores de conteo. Podría o no cambiar el resultado final. De hecho, en promedio se requerirían dos votos a favor de López Obrador mal contabilizados (de entre 300 y 750 por casilla) para que el veredicto fuera otro. Por eso los perredistas quieren abrir todos los paquetes y por eso los panistas no quieren hacerlo. Pero más allá de la preferencia política de los mexicanos, supongo que a todos les preocupa más la estabilidad del país, la futura gobernabilidad y la consolidación de la democracia, que la victoria a toda costa de su candidato favorito. Bueno, eso quisiera creer, pero a estas alturas todo indica de que no es así.
9) ¿Acaso sería posible volver a llamar a los 900 mil funcionarios de casilla para que hicieran el recuento de las boletas? No, pero no son ellos quienes tendrían que hacerlo. Los 1,500 consejeros distritales, ciudadanos como usted y yo, que contrató el IFE para todo el proceso electoral, están facultados a hacerlo, de ser requeridos. Ellos hicieron el cómputo oficial a partir del miércoles pasado. 10) Bueno, pues, pero, ¿no se tardarían meses en realizar el escrutinio total? Considerando que, de nuevo en el distrito 23 capitalino, se abrieron 67 de 450 paquetes en un día completo, quiere decir que bastarían diez días aproximadamente para terminar la faena. Aunque convendría darles al menos el doble de tiempo para no hacerles tan pesada la empresa. Tres semanas de tiempo a cambio de seis años de legitimidad presidencial, certeza electoral, cohesión nacional y gobernabilidad política. ¿No es una buena inversión política? Si el TEPJF ve todo esto y decide ordenar la apertura de los paquetes para, en lo posible, despejar dudas, ojalá lo haga pronto, muy pronto, pues al ritmo que va la escalada de polarización en poco tiempo lo del recuento ya no ayudará gran cosa a resolver esta peligrosa elección.

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