Saturday, November 25, 2006

 
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Desafío: los grandes pillos
25 de Noviembre del 2006
Actualizado: 3:31:27 AM hora de Cd. Juárez


Rafael Loret de Mola
Escritor y analista político
Distrito Federal— Recuerdo que al terminar el primer año de administración de Vicente Fox como presidente de México, una joven universitaria me preguntó cuándo comenzaría a creer en el mandatario del “cambio” considerando que las críticas dirigidas a éste eran precipitadas. Le respondí:

--Creeré en él cuando, al menos, sea capaz de proceder y meter a la cárcel a alguno de sus antecesores predadores, desde Echeverría hasta Zedillo pasando por López Portillo –aún con vida entonces--, De la Madrid y Salinas.

Así que cuando inició la operación de la celebrada “fiscalía especial” destinada a conocer y castigar “los crímenes del pasado” recibí un mensaje electrónico en el sentido de que, desde luego, Fox iba camino a cumplir con su palabra deslindándose del ominoso pasado que exaltó el clamor en pro de la alternancia política. A final de cuentas no fue así: el telón cayó con Echeverría defendiéndose y querellándose contra sus detractores desde su refugio de San Jerónimo. Y no se dio un solo paso más, mucho menos para indagar sobre hechos deleznables más cercanos, como los magnicidios de 1993 y 1994 o la matanza de Aguas Blancas y las ejecuciones sumarias en la frontera norte del país sin olvidarnos, claro, de los asesinatos de género en Ciudad Juárez que, por cierto, se dan en menor número al de otras regiones del país y el mundo corroborándose con ello la preeminencia de las cortinas de humo. Promesa incumplida.

En el caso del asesinato de Luis Donaldo Colosio ni siquiera se ha hecho pública la declaración ministerial del ex presidente Carlos Salinas efectuada en la embajada mexicana en Dublín en las semanas postreras de 1998 con todas las facilidades y privilegios imaginables, incluyendo los traslados de los agentes del Ministerio Público hasta la capital de Irlanda y de no pocos funcionarios de la Procuraduría General de la República. Es decir, la diligencia nos salió cara a los mexicanos y ni siquiera hemos tenido derecho a conocerla. Excelente manera de aplicar el sentido democrático a la vida institucional de la República.

Los hechos hablan por sí solos y, curiosamente, ninguna de las ex primeras familias se libra de sospecha. Echeverría tiene un cuñado, Rubén Zuno Arce, en una prisión acusado por delitos contra la salud; el intocable De la Madrid, además de sus depósitos millonarios en Suiza, disfruta de la impunidad con la que se trata a sus hijos, sobre todo a Federico, a pesar de los expedientes que tiene abiertos en la entrometida DEA estadounidense; Salinas, en su vindicación al calor de los Fox, contó con el privilegio de ver excarcelar a su hermano Raúl sin que con ello se considerara inocente a éste; y en el mismo tenor, Zedillo, quien habilitó al foxismo a golpes de traiciones al priísmo, ni siquiera ha sido investigado por la protección que brindó, en Colima sobre todo, a los familiares de su esposa Nilda Patricia señalados como enlaces del poderoso “cártel de las mentafetaminas” de los hermanos Amescua. El hilo conductor es, desde luego, la impunidad.

Es inverosímil pensar que el señor Fox es ignorante de tal secuela indigna porque, según recordamos, conoció las denuncias sobre el particular emitidas en “El Gran Simulador” –Grijalbo, 1998--, de mi autoría, por él presentado en el Palacio de Minería. También recuerdo que cuando mencioné, en mi oportunidad, que los vínculos se extendían a los gobernadores, me interrumpió:

--¡Ah, caray! Pero no todos, ¿eh?

Y el gobernador de Guanajuato respiró hondo suavizando el rostro y sonriendo.

DEBATE

Nada ocurrió en este sexenio que pudiera considerarse una modificación de las reglas de la impunidad. Al contrario: la ventilación de no pocos asuntos a los que quiso mostrarse como políticos revela la extensión de la impunidad protectora en aras de la salvaguarda del grupo dominante. Es cierto: durante el sexenio no hubo gobernador que causara baja... pero no por la solvencia de éstos sino, más bien, por la ausencia de gobierno y las complicidades multiplicadas por todo el país. Sólo así puede explicarse el caso del ex gobernador de Morelos, Sergio Estrada Cajigal, bajo sospecha de estar vinculado con los cárteles con territorialidad sobre la entidad tan cercana al Distrito Federal.

Comentamos muchas veces que si Estrada, panista claro, hubiera sido jefe de gobierno defeño y Andrés Manuel López Obrador, a su vez, mandatario de Morelos, en el lapso del primero de los linchamientos políticos orquestados contra éste, seguramente se hubieran invertido los juicios y las sentencias con una mayor carga explosiva contra el tabasqueño y una excepcional disponibilidad parar minimizar y desdeñar los “desacatos” judiciales. No sólo imperó el sectarismo sino, sobre todo, la complicidad.

A partir de esta realidad incontrovertible no puede parecernos sorprendente la manera como se han sostenido algunos mandatarios de filiación priísta a lo largo del periodo enseñoreado por la figura de Fox en la Presidencia. Dos de ellos, contra viento y marea: el de Puebla, Mario Marín Torres, desfondado por el espionaje telefónico, y el de Oaxaca, Ulises Ruiz, quien ha ganado fama internacional a la par con algunos distinguidos fascistas que pueblan el orbe. Desde luego, ello ha sido posible gracias a la efectividad de las negociaciones con sabor sectario encaminadas, por supuesto, a amparar consignas y líneas emitidas por el Ejecutivo federal.

Por lo anterior, claro, se explica la importancia operativa del yucateco Emilio Gamboa, coordinador de los priístas en la Cámara baja y bajo sospecha también de haber velado, cuando menos, por la deleznable red de pederastas generada en Cancún bajo la sombra de las complicidades mayores. El sujeto es la muestra más fehaciente de cómo se entrelazan los intereses en la cúpula del poder sin importar los signos partidista y los colores.

Desde luego, queda claro que en 2000 no cambió el sistema y ni siquiera se lavó la cara; mudó de partido la Presidencia y nos volvimos daltónicos.

EL RETO

En la misma línea, hacia el relevante ceremonial previsto para el próximo viernes primero, la impertinencia feroz de Elba Esther Gordillo, en fase de chantajear al mandatario en visos de ser ungido –si el tiempo lo permite, tal y como rezaban los antiguos carteles de toros--, sólo puede entenderse en un escenario dominado por la impunidad y los consiguientes compromisos cupulares. Nada más deleznable.

¿Cómo confiar en un régimen que se forja, desde ahora, en las alianzas soterradas con un tufo de franca complicidad?¿Se trata, entonces, de ganar el poder aun costa de renunciar a todos los principios ideológicos y a toda autoridad moral? Si el señor Calderón se asoma a estas interrogantes quizá le sirvan como un acto de contrición, tan necesario ahora cuando tanto requiere, siquiera, no perder la humildad y el sentido de la realidad.

Los grandes pillos son también los grandes resistentes en el panorama político contemporáneo. Y así vamos por la misma ruta.

LA ANÉCDOTA

En el Mundo de Walt Disney, sito en Orlando, Florida –me informan que también en el de Los Ángeles--, destaca el “salón de los presidentes” que exalta el sentido patriótico de los estadounidenses en torno de quienes han sido huéspedes perentorios de la Casa Blanca.

Las figuras robotizadas, con la técnica “animatronic”, presentan a cada uno de los mandatarios de la vecina nación incluyendo al polémico George Bush junior, cuyo padre, también representado, le observa con cierto aire de majestuosa severidad.

Una pareja de amigos de esta columna, al retornar de su viaje a Florida, me hizo la siguiente reflexión:

--Me imagino que al “hall” van lo mismo demócratas y republicanos... pero nadie silba ni incordia a ninguno de los presidentes. Al contrario, se les mira con respeto... incluso hasta Richard Nixon que fue despojado del cargo bajo el escándalo.

--Lo mismo sucedería en México –ironicé--.

--Sí, claro. Aquí ni el mandatario entrante, Felipe Calderón, se salvaría de una monumental rechifla, por decir lo menos. ¡Y eso que no ha comenzado a ejercer sus funciones!

Sí, nos falta largo trecho para reconciliarnos con nuestra propia historia.
http://diario.com.mx/nota.asp?notaid=045e42be4f5eb48799c7b0dc3e600d83

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El ex presidente
25 de Noviembre del 2006
Actualizado: 3:31:27 AM hora de Cd. Juárez


Jorge Chabat
Analista político
Distrito Federal— Una de las reglas no escritas del sistema político mexicano era que los ex presidentes se iban a su casa y no hacían política. Otra regla era que a los ex presidentes no se les perseguía judicialmente, a pesar de los abusos que hubieran cometido. Ello, no obstante, no era garantía de que su imagen iba a ser preservada.

De hecho, lo común era que una vez que abandonaban Los Pinos, los ex presidentes eran criticados abiertamente por la opinión pública y por los mismos presidentes en el poder.

La práctica de criticar a los ex presidentes se acentuó en la medida en que los nuevos gobiernos necesitaban legitimarse. Así, Echeverría hizo de la crítica a Gustavo Díaz Ordaz uno de los pilares de legitimación de su gobierno.

Lo mismo pasó con López Portillo y De la Madrid. Incluso el encarcelamiento de algunas figuras clave del sexenio anterior se convirtió también en una práctica común.

Paradójicamente, el gobierno de Fox, dado que llegó a la Presidencia con una legitimidad sin precedentes, se pudo dar el lujo de prescindir de estas formas de legitimación y, por primera vez en muchos sexenios, no se persiguió a ninguna figura del gobierno anterior: los peces gordos que iban a ser procesados nunca lo fueron y al final Fox le apostó a la conciliación con el antiguo régimen a cambio de un apoyo para realizar reformas estructurales que nunca existió. Curiosamente, a pesar de ello, el encono contra el actual presidente de parte de los priístas y perredistas es muy grande.

Finalmente, el PRI ve a Vicente Fox como aquél que lo sacó de la Presidencia de la República, probablemente para siempre, y el PRD lo ve como aquél que le impidió llegar a dicha Presidencia.

Esto es, a pesar de que Fox les perdonó la vida a los políticos del gobierno anterior, deja la Presidencia debilitado y con un encono que no tiene muchos precedentes. En este contexto, ¿cuál es el futuro del presidente Fox?

Es muy probable que algunas de las reglas del viejo sistema político prevalezcan en el caso de Fox. Es difícil pensar que el presidente Calderón inicie una persecución en contra de su antecesor a pesar de las diferencias que existen entre ambos.

Sin embargo, ello no cambia el hecho de que Calderón llega a la Presidencia con un alto déficit de legitimidad, en parte por el complicado proceso electoral, en el cual el presidente actual tuvo mucho que ver.

De hecho, tanto la aventura loca del desafuero como la no intervención, o incluso aprobación, del proceso de designación de los consejeros del IFE, fueron dos elementos fundamentales para explicar la forma en que se desarrollaron las elecciones y el espacio que tuvo López Obrador para poner en duda la credibilidad de las mismas.

Asimismo, las constantes declaraciones de Fox a favor del candidato panista, también tuvieron como resultado poner en duda el triunfo de Calderón. Así pues, Calderón puede agradecerle a Fox la credibilidad mermada con la que llega a la Presidencia.

Desde esta perspectiva, es claro que el presidente electo tendrá menos margen de maniobra que Fox y que no se podrá dar el lujo de no investigar los casos de abusos del gobierno anterior.

Lo anterior no significa que Calderón vaya a procesar a Fox, pero sí que no hará mucho para impedir que la ley se aplique en caso de que surjan abusos, lo cual no se puede descartar.

Por otro lado, es claro que la capacidad política de Fox para proteger a su círculo cercano es bastante limitada. Vicente Fox no es un político nato. De hecho, como se pudo apreciar en su gobierno, eso de la política no se le da.

La lista de errores cometidos es bastante larga, y va desde el desafuero hasta el fracaso del aeropuerto de Atenco, pasando por la decisión de no perseguir a ningún funcionario del régimen anterior.

Como ya señalamos, estos errores le ganaron la animadversión de propios y extraños: tanto el PRI, como el PRD y una parte del PAN no ven bien a Fox aunque las razones sean diferentes en cada caso.

Aquí surge la pregunta inevitable: ¿quién va a defender a Fox cuando ya no sea presidente? Y la verdad es que no vienen a la mente muchos nombres.

No van a ser los medios, tampoco el nuevo presidente, ni siquiera los Amigos de Fox, muchos de los cuales son ya sus enemigos. Lo mismo puede decirse de su círculo cercano: ¿quién va a defender a su esposa Marta y a sus hijos de los ataques furibundos que le lanzarán, que ya le están lanzando, los medios de información? En fin, el panorama no parece nada halagüeño.

Al iniciar su sexenio Fox dijo que buscaba ser el “mejor presidente en la historia de México”. Eso, hoy por hoy, ya parece descartado ante la evidente ineficiencia de su gobierno en muchos ámbitos de acción. La pregunta ahora es si será el mejor ex presidente. Todo indica que tampoco va a ser así.
http://diario.com.mx/nota.asp?notaid=d198a41f3c8a7040ed16a20aa984ccb7

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