Wednesday, August 30, 2006
Felipe Calderón está pensando en un golpe espectacular que le dé legitimidad
Estrictamente personal
Raymundo Riva Palacio
30 de agosto de 2006
Nuevo ´quinazo´
política, persiguiendo a Marta Sahagún o a sus hijos
Si Felipe Calderón es declarado Presidente electo, será investido el 1 de diciembre en forma legal y legítima. Sin embargo, la enorme protesta de su principal adversario, Andrés Manuel López Obrador, que sembró la duda razonable sobre la legalidad y legitimidad de las elecciones en millones de personas, junto con una falta de capacidad de Calderón para procesar esa protesta, lo tienen arrinconado. Por eso, su ruta crítica, una vez sentado en la silla presidencial, pasa por la legitimidad política, lo cual, se puede afirmar, son malas noticias para la pareja presidencial de Vicente Fox y Marta Sahagún, pues ésta se finca en llevar al patíbulo a los hijos de la primera dama o a ella misma, autora intelectual y material de buena parte de los desatinos del inquilino de Los Pinos.
Durante un reciente encuentro con un grupo calificado de personas públicas, el virtual Presidente electo reconoció que una vez en la silla presidencial tendría que seguir la ruta de Carlos Salinas cuando, para legitimarse en el poder, arrestó a la dirigencia del sindicato petrolero en lo que se conoció como el quinazo, por la aprehensión estelar de su líder, La Quina, Joaquín Hernández Galicia. "Se aceptan propuestas", les dijo. Y por ahí se escuchó la sugerencia sobre los hijos de la señora Sahagún, que se han convertido en el epítome de la percepción sobre la corrupción en el gobierno foxista.
La familia política del presidente Fox ha estado sujeta al escrutinio público y legislativo durante muchos meses, y cuando menos hasta ahora, han logrado salir airosos de todas sus batallas. La suerte podría cambiarles el próximo año por esa necesidad que ve Felipe Calderón de encontrar la legitimidad con un poderoso golpe de mano, ayudado por el ambiente que hay en contra de la señora Sahagún dentro de su equipo más cercano. A la primera dama le tienen la mira puesta algunas personas, como la asesora de Calderón, Josefina Vázquez Mota, a quien afrentó por haber intentado el manejo de la política social por encima del gabinete legal.
No suena mal en principio, si Calderón buscara sólo legitimidad. Salinas lo hizo al meter a la cárcel a los líderes petroleros, y su sucesor, Ernesto Zedillo, recurrió al expediente de inventar un caso criminal contra el hermano de quien lo ungió candidato y construyó como Presidente, Raúl Salinas, con lo cual buscó legitimidad propia y borrar de la mente mexicana el "error de diciembre", sin importarle romper la regla de oro de no tocar nunca ni al ex Presidente ni a su familia. En el sistema político mexicano, que por más viejo que está todos recurren a él para encontrar respuestas a sus necesidades políticas, así se obtenía legitimidad.
Está claro que la declaración de validez de la elección presidencial y el nombramiento de Calderón como presidente electo no le van a dar la legitimidad de cuando menos 15 millones de personas, aproximadamente 35% del electorado, que lo calificarán durante todo su sexenio como un "presidente espurio" que fue producto de "un golpe de Estado" que dio Fox. Si eso se sustenta en verdades, verosimilitudes o falsedades, es irrelevante. Para una tercera parte del país es ilegítima su victoria hoy en día y será ilegítima su Presidencia. Parece claro que sí necesita la legitimidad, pero, ¿es realmente eso la prioridad? Si haga lo que haga difícilmente convencerá a 35% del electorado, su problema parece encontrarse en otro campo, el de la gobernabilidad.
Dentro de este contexto habría que analizar si el golpe político para sentarse firmemente en la silla presidencial puede ir acompañado de otro tipo de negociación que le aporte gobernabilidad. Calderón no puede olvidar que en días pasados el PAN decidió arropar a Fox transexenalmente al anunciar que al final de su mandato quedaría como consejero del partido. Debe tomar en cuenta también que el actual presidente del PAN, Manuel Espino, no solamente no es su amigo, sino que es su enemigo, abierto y público, al grado que Calderón simplemente no lo invitó a su cumpleaños -como el protocolo político dicta- hace unos 10 días. El equipo calderonista quisiera remover a Espino de la presidencia del PAN, pero las primeras sugerencias de que se vaya a una embajada -otra vez como en el sistema viejo que se usa todavía- han sido rechazadas. Más aún, en la Cámara de Diputados y en el Senado, Calderón es quien menos representación tiene dentro del PAN, quedando las bancadas en poder de no aliados, como son Héctor Larios y Santiago Creel, que responden a Fox.
Esto significa que para poder dar un golpe para la legitimidad, tendrá que pasarlo por el tamiz de la gobernabilidad. Si quiere gobernabilidad, que se dará fundamentalmente a través de las cámaras, tendría que pactar un golpe de mano espectacular con sus líderes, con Espino y con Fox mismo. ¿Estarán de acuerdo las cuatro partes con sacrificar a la primera dama y a sus hijos a costa de todo? La respuesta positiva se antoja sumamente difícil, aun a sabiendas que en el mediano y largo plazos cortarse una pierna invadida con cáncer podría salvar al resto del cuerpo. Más aún si el Presidente está genuinamente enamorado de su esposa Marta y, como lo ha demostrado sistemáticamente, está dispuesto a ir más allá de sus posibilidades para defenderla a ella y a sus hijos políticos. Ha dicho repetidamente que metería las manos al fuego por ellos, y se ha trenzado en polémicas para sacar sus castañas del fuego. En este sentido, empatar legitimidad con gobernabilidad, los dos factores que necesita Calderón para sentarse sólidamente en la silla presidencial, no parecen estar al alcance simultáneo de su mano.
Calderón tiene que volver a hacer sus cálculos y estudiar detenidamente lo que necesita. Una vez más, ¿qué es prioritario? Todo se antoja para apuntalar que la gobernabilidad es lo fundamental. Un nuevo quinazo dirigido a la familia política del Presidente podría revertírsele con el PAN y sus cuerpos legislativos, a quienes necesita con urgencia para poder desarrollar rápidamente una agenda legislativa que dé pronta respuesta al mandato de las urnas de reformas políticas, y encauce las protestas en su contra para incorporar elementos de la política social propuesta por Andrés Manuel López Obrador dentro de su oferta programática. Tampoco le ayudaría para apaciguar al PRD y a la némesis de Calderón, López Obrador, a quien le daría nuevas vertientes al discurso político para su descalificación. Sus primeras semanas de gobierno serán cruciales. Disparar contra la señora Marta y sus hijos seguramente recibiría aclamación nacional, pero no necesariamente garantizaría la gobernabilidad. Quizás tiene que cambiar su mapa de navegación para darle viabilidad a su Presidencia primero, y luego ajustar cuentas políticas. Haberlo hecho al revés, debe recordar a Fox, le complicó la vida todo el sexenio.
Raymundo Riva Palacio
30 de agosto de 2006
Nuevo ´quinazo´
política, persiguiendo a Marta Sahagún o a sus hijos
Si Felipe Calderón es declarado Presidente electo, será investido el 1 de diciembre en forma legal y legítima. Sin embargo, la enorme protesta de su principal adversario, Andrés Manuel López Obrador, que sembró la duda razonable sobre la legalidad y legitimidad de las elecciones en millones de personas, junto con una falta de capacidad de Calderón para procesar esa protesta, lo tienen arrinconado. Por eso, su ruta crítica, una vez sentado en la silla presidencial, pasa por la legitimidad política, lo cual, se puede afirmar, son malas noticias para la pareja presidencial de Vicente Fox y Marta Sahagún, pues ésta se finca en llevar al patíbulo a los hijos de la primera dama o a ella misma, autora intelectual y material de buena parte de los desatinos del inquilino de Los Pinos.
Durante un reciente encuentro con un grupo calificado de personas públicas, el virtual Presidente electo reconoció que una vez en la silla presidencial tendría que seguir la ruta de Carlos Salinas cuando, para legitimarse en el poder, arrestó a la dirigencia del sindicato petrolero en lo que se conoció como el quinazo, por la aprehensión estelar de su líder, La Quina, Joaquín Hernández Galicia. "Se aceptan propuestas", les dijo. Y por ahí se escuchó la sugerencia sobre los hijos de la señora Sahagún, que se han convertido en el epítome de la percepción sobre la corrupción en el gobierno foxista.
La familia política del presidente Fox ha estado sujeta al escrutinio público y legislativo durante muchos meses, y cuando menos hasta ahora, han logrado salir airosos de todas sus batallas. La suerte podría cambiarles el próximo año por esa necesidad que ve Felipe Calderón de encontrar la legitimidad con un poderoso golpe de mano, ayudado por el ambiente que hay en contra de la señora Sahagún dentro de su equipo más cercano. A la primera dama le tienen la mira puesta algunas personas, como la asesora de Calderón, Josefina Vázquez Mota, a quien afrentó por haber intentado el manejo de la política social por encima del gabinete legal.
No suena mal en principio, si Calderón buscara sólo legitimidad. Salinas lo hizo al meter a la cárcel a los líderes petroleros, y su sucesor, Ernesto Zedillo, recurrió al expediente de inventar un caso criminal contra el hermano de quien lo ungió candidato y construyó como Presidente, Raúl Salinas, con lo cual buscó legitimidad propia y borrar de la mente mexicana el "error de diciembre", sin importarle romper la regla de oro de no tocar nunca ni al ex Presidente ni a su familia. En el sistema político mexicano, que por más viejo que está todos recurren a él para encontrar respuestas a sus necesidades políticas, así se obtenía legitimidad.
Está claro que la declaración de validez de la elección presidencial y el nombramiento de Calderón como presidente electo no le van a dar la legitimidad de cuando menos 15 millones de personas, aproximadamente 35% del electorado, que lo calificarán durante todo su sexenio como un "presidente espurio" que fue producto de "un golpe de Estado" que dio Fox. Si eso se sustenta en verdades, verosimilitudes o falsedades, es irrelevante. Para una tercera parte del país es ilegítima su victoria hoy en día y será ilegítima su Presidencia. Parece claro que sí necesita la legitimidad, pero, ¿es realmente eso la prioridad? Si haga lo que haga difícilmente convencerá a 35% del electorado, su problema parece encontrarse en otro campo, el de la gobernabilidad.
Dentro de este contexto habría que analizar si el golpe político para sentarse firmemente en la silla presidencial puede ir acompañado de otro tipo de negociación que le aporte gobernabilidad. Calderón no puede olvidar que en días pasados el PAN decidió arropar a Fox transexenalmente al anunciar que al final de su mandato quedaría como consejero del partido. Debe tomar en cuenta también que el actual presidente del PAN, Manuel Espino, no solamente no es su amigo, sino que es su enemigo, abierto y público, al grado que Calderón simplemente no lo invitó a su cumpleaños -como el protocolo político dicta- hace unos 10 días. El equipo calderonista quisiera remover a Espino de la presidencia del PAN, pero las primeras sugerencias de que se vaya a una embajada -otra vez como en el sistema viejo que se usa todavía- han sido rechazadas. Más aún, en la Cámara de Diputados y en el Senado, Calderón es quien menos representación tiene dentro del PAN, quedando las bancadas en poder de no aliados, como son Héctor Larios y Santiago Creel, que responden a Fox.
Esto significa que para poder dar un golpe para la legitimidad, tendrá que pasarlo por el tamiz de la gobernabilidad. Si quiere gobernabilidad, que se dará fundamentalmente a través de las cámaras, tendría que pactar un golpe de mano espectacular con sus líderes, con Espino y con Fox mismo. ¿Estarán de acuerdo las cuatro partes con sacrificar a la primera dama y a sus hijos a costa de todo? La respuesta positiva se antoja sumamente difícil, aun a sabiendas que en el mediano y largo plazos cortarse una pierna invadida con cáncer podría salvar al resto del cuerpo. Más aún si el Presidente está genuinamente enamorado de su esposa Marta y, como lo ha demostrado sistemáticamente, está dispuesto a ir más allá de sus posibilidades para defenderla a ella y a sus hijos políticos. Ha dicho repetidamente que metería las manos al fuego por ellos, y se ha trenzado en polémicas para sacar sus castañas del fuego. En este sentido, empatar legitimidad con gobernabilidad, los dos factores que necesita Calderón para sentarse sólidamente en la silla presidencial, no parecen estar al alcance simultáneo de su mano.
Calderón tiene que volver a hacer sus cálculos y estudiar detenidamente lo que necesita. Una vez más, ¿qué es prioritario? Todo se antoja para apuntalar que la gobernabilidad es lo fundamental. Un nuevo quinazo dirigido a la familia política del Presidente podría revertírsele con el PAN y sus cuerpos legislativos, a quienes necesita con urgencia para poder desarrollar rápidamente una agenda legislativa que dé pronta respuesta al mandato de las urnas de reformas políticas, y encauce las protestas en su contra para incorporar elementos de la política social propuesta por Andrés Manuel López Obrador dentro de su oferta programática. Tampoco le ayudaría para apaciguar al PRD y a la némesis de Calderón, López Obrador, a quien le daría nuevas vertientes al discurso político para su descalificación. Sus primeras semanas de gobierno serán cruciales. Disparar contra la señora Marta y sus hijos seguramente recibiría aclamación nacional, pero no necesariamente garantizaría la gobernabilidad. Quizás tiene que cambiar su mapa de navegación para darle viabilidad a su Presidencia primero, y luego ajustar cuentas políticas. Haberlo hecho al revés, debe recordar a Fox, le complicó la vida todo el sexenio.