Tuesday, August 08, 2006
Un 9 % de justicia
Detrás de la Noticia
Ricardo Rocha
07 de agosto de 2006
Un 9 % de justicia
Por supuesto que la sentencia del Tribunal Electoral es una mala noticia para
Andrés Manuel López Obrador. Pero lo es también para Felipe Calderón. Y sobre
todo es una pésima noticia para el país.
En el caso del candidato de la coalición Por el Bien de Todos, está claro que
el
voto por voto en todas las casillas hubiera representado la posibilidad
matemática total de revertir el conteo del IFE en su favor. Con un porcentaje
de apenas 9% de apertura de casillas y nuevo conteo esa posibilidad se reduce
drásticamente.
Ahora requerirá de un promedio de 30 "nuevos votos" favorables en cada
casilla para revertir el conteo preliminar -que el IFE difundió y oficializó
ilegalmente- con una diferencia de 243 mil votos en su contra. Aun si el nuevo
conteo le fuera favorable, pero en menor proporción a lo requerido, de poco le
serviría la estadística de perder por menos votos. Aunque esta eventualidad
detonaría un terrible escenario de rabia e incertidumbre sobre lo que pudiere
haber arrojado el otro 91% de las casillas.
Creo también sinceramente que el fallo del Tribunal es una mala nueva para
Felipe Calderón. Ahora resulta que le favorece, por lo menos en el terreno de
las probabilidades. Pero Felipe perdió la oportunidad histórica y estratégica
de haberse pronunciado por el voto por voto y casilla por casilla. Ahora nadie
podría reclamarle nada porque esta decisión no habría dependido de él, sino del
Tribunal.
Y en caso de que el nuevo conteo reafirmara el del IFE, habría obtenido una
legitimidad prácticamente indiscutible. Lástima. Porque ahora persistirá el
demonio de la duda.
Pero, sobre todo, la determinación del Tribunal es un fallo fallido. Se atuvo a
una interpretación legalista a ultranza y menospreció grandes evidencias que
han abrumado a la nación en los meses recientes. Y no me refiero únicamente al
formidable reclamo popular de millones que fue absolutamente ignorado por los
señores magistrados. Hay muchas otras obviedades. Pero las más importantes se
nos han restregado en la cara: la intromisión escandalosa del presidente Fox en
todo el proceso para destruir a López Obrador e imponer a Calderón; la
ilegalidad del uso de recursos públicos con los mismos propósitos y la
intervención abusiva y también ilegal de cúpulas y empresas del sector privado.
Conste que ni siquiera incluyo las campañas del miedo y el peligro que podrían
estar sujetas a las más diversas interpretaciones. Pero, por si todo esto fuera
poco, ahí está la mínima diferencia de medio punto porcentual en el sospechoso
y cuestionado conteo del IFE, que es motivo suficiente para un nuevo conteo
total en una elección tan cuestionada y en la que hasta errores involuntarios
podrían haber determinado una ventaja tan reducida.
Pero se requería de un talante histórico y valiente que no tuvo el Tribunal
Electoral. Claro que se trataba de una decisión política. Pero política es
también la Constitución de todos los mexicanos. Además, sobraban los argumentos
legales para sostenerla. Al fin y al cabo, todo era un asunto de
interpretación. Sin embargo, el Tribunal no tuvo el valor de asumir la urgencia
de certidumbre de la nación. Nos ha hecho justicia de menos de 10%.
Porque, hasta ahora, no queda claro en la resolución si el Tribunal pudiera
ordenar la apertura total de las 130 mil casillas en caso de que el recuento en
las 11 mil 839 que se abrirán evidencie las irregularidades denunciadas por la
coalición. Pero se ve difícil, por lo que los magistrados han mostrado hasta
ahora.
Por lo pronto, mas allá de los legalismos, la legitimidad ha quedado
destrozada.
La amarga lección de 2006 será que en este país la democracia es puro cuento.
Que el presidente en turno se puede meter en los procesos electorales hasta
donde se le pegue la gana. Que los señores del dinero también. Que el IFE puede
ser un árbitro vendido o comprado, que para el caso es lo mismo. Y que es
inútil acudir a votar porque ese voto no se cuenta y no se respeta.
Por lo pronto la coalición y López Obrador endurecen el discurso, y las
acciones
de resistencia civil estiran la liga al máximo y exasperan a seguidores y
adversarios. Se avecinan pues las tres semanas más dramáticas y críticas de
nuestra historia reciente. Y es que el Tribunal Electoral no nos concedió el
voto por voto.
ddn_rocha@hotmail.com
VOTO POR VOTO
Ricardo Rocha
07 de agosto de 2006
Un 9 % de justicia
Por supuesto que la sentencia del Tribunal Electoral es una mala noticia para
Andrés Manuel López Obrador. Pero lo es también para Felipe Calderón. Y sobre
todo es una pésima noticia para el país.
En el caso del candidato de la coalición Por el Bien de Todos, está claro que
el
voto por voto en todas las casillas hubiera representado la posibilidad
matemática total de revertir el conteo del IFE en su favor. Con un porcentaje
de apenas 9% de apertura de casillas y nuevo conteo esa posibilidad se reduce
drásticamente.
Ahora requerirá de un promedio de 30 "nuevos votos" favorables en cada
casilla para revertir el conteo preliminar -que el IFE difundió y oficializó
ilegalmente- con una diferencia de 243 mil votos en su contra. Aun si el nuevo
conteo le fuera favorable, pero en menor proporción a lo requerido, de poco le
serviría la estadística de perder por menos votos. Aunque esta eventualidad
detonaría un terrible escenario de rabia e incertidumbre sobre lo que pudiere
haber arrojado el otro 91% de las casillas.
Creo también sinceramente que el fallo del Tribunal es una mala nueva para
Felipe Calderón. Ahora resulta que le favorece, por lo menos en el terreno de
las probabilidades. Pero Felipe perdió la oportunidad histórica y estratégica
de haberse pronunciado por el voto por voto y casilla por casilla. Ahora nadie
podría reclamarle nada porque esta decisión no habría dependido de él, sino del
Tribunal.
Y en caso de que el nuevo conteo reafirmara el del IFE, habría obtenido una
legitimidad prácticamente indiscutible. Lástima. Porque ahora persistirá el
demonio de la duda.
Pero, sobre todo, la determinación del Tribunal es un fallo fallido. Se atuvo a
una interpretación legalista a ultranza y menospreció grandes evidencias que
han abrumado a la nación en los meses recientes. Y no me refiero únicamente al
formidable reclamo popular de millones que fue absolutamente ignorado por los
señores magistrados. Hay muchas otras obviedades. Pero las más importantes se
nos han restregado en la cara: la intromisión escandalosa del presidente Fox en
todo el proceso para destruir a López Obrador e imponer a Calderón; la
ilegalidad del uso de recursos públicos con los mismos propósitos y la
intervención abusiva y también ilegal de cúpulas y empresas del sector privado.
Conste que ni siquiera incluyo las campañas del miedo y el peligro que podrían
estar sujetas a las más diversas interpretaciones. Pero, por si todo esto fuera
poco, ahí está la mínima diferencia de medio punto porcentual en el sospechoso
y cuestionado conteo del IFE, que es motivo suficiente para un nuevo conteo
total en una elección tan cuestionada y en la que hasta errores involuntarios
podrían haber determinado una ventaja tan reducida.
Pero se requería de un talante histórico y valiente que no tuvo el Tribunal
Electoral. Claro que se trataba de una decisión política. Pero política es
también la Constitución de todos los mexicanos. Además, sobraban los argumentos
legales para sostenerla. Al fin y al cabo, todo era un asunto de
interpretación. Sin embargo, el Tribunal no tuvo el valor de asumir la urgencia
de certidumbre de la nación. Nos ha hecho justicia de menos de 10%.
Porque, hasta ahora, no queda claro en la resolución si el Tribunal pudiera
ordenar la apertura total de las 130 mil casillas en caso de que el recuento en
las 11 mil 839 que se abrirán evidencie las irregularidades denunciadas por la
coalición. Pero se ve difícil, por lo que los magistrados han mostrado hasta
ahora.
Por lo pronto, mas allá de los legalismos, la legitimidad ha quedado
destrozada.
La amarga lección de 2006 será que en este país la democracia es puro cuento.
Que el presidente en turno se puede meter en los procesos electorales hasta
donde se le pegue la gana. Que los señores del dinero también. Que el IFE puede
ser un árbitro vendido o comprado, que para el caso es lo mismo. Y que es
inútil acudir a votar porque ese voto no se cuenta y no se respeta.
Por lo pronto la coalición y López Obrador endurecen el discurso, y las
acciones
de resistencia civil estiran la liga al máximo y exasperan a seguidores y
adversarios. Se avecinan pues las tres semanas más dramáticas y críticas de
nuestra historia reciente. Y es que el Tribunal Electoral no nos concedió el
voto por voto.
ddn_rocha@hotmail.com
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