Sunday, November 26, 2006

 
Cd. Juárez Chih., México - hoy es: 26 de Noviembre del 2006




Después del 1 de diciembre
26 de Noviembre del 2006
Actualizado: 3:58:37 AM hora de Cd. Juárez


Víctor Orozco
Casi todos los periodistas proclives al PAN, han decidido que la mejor manera de enfrentar al movimiento que encabeza López Obrador es insultar a su dirigente y buscar a toda costa su desprestigio. Decenas de burlas, apelativos, descalificaciones, improperios han llenado las páginas de los periódicos y los noticieros televisivos y radiofónicos. Desde Catón hasta Germán Dehesa y ni qué decir de Ferriz de Con, Beteta o Carlos Marín. Hay algunos informadores o editorialistas, cuyas actitudes dan pena ajena, con los rostros y los párrafos desencajados o descompuestos cuando se refieren a las concentraciones masivas en la ciudad de México o a las iniciativas políticas que surgen de este movimiento. Renunciaron hace tiempo a su tarea de informar o de reflexionar para el público, trocándola por la de golpear y tergiversar. Con seguridad, piensan que infamar al adversario una y mil veces, acabará por desaparecerlo.

Pero los hechos son tercos, no se pueden quitar con sólo negarlos o caricaturizarlos. Varios cientos de miles de personas asistieron el pasado 20 de noviembre a la ceremonia en que el ex candidato de la coalición Por el Bien de Todos fue declarado presidente legítimo. Lo siguen recibiendo multitudes en las giras políticas. Y, sobre todo, las causas que ha enarbolado siguen concitando la adhesión de las fuerzas más avanzadas de esta sociedad. No en balde estas banderas constituyen el corazón de un programa histórico, que comprende antes que todo, la lucha por las libertades públicas y en contra de los privilegios. Dicho de otra manera, por la instauración en México de la democracia, que implica establecer las condiciones para que en igualdad de oportunidades todos tengamos acceso a los bienes culturales y económicos. No la simulación o falsificación de la democracia como ocurrió con el llamado sexenio del cambio, que terminó con una trágica pifia y con una sociedad quizá más polarizada y desigual que nunca en nuestra historia.

El movimiento social que se representa en la personalidad de López Obrador, por otra parte, es sumamente complejo, variopinto en demandas y aspiraciones. Están allí las exigencias de los campesinos, de los indígenas, de las minorías, de los obreros industriales, de todos los “de abajo”, pero también de las clases medias, de los ambientalistas, de intelectuales y científicos, de los estudiantes. Inútil sería por ello, pedirle uniformidad y homogeneidad. Su fuerza reside en esta extensa base de apoyo y su mayor reto se encuentra en que pueda encauzar e integrar a todas estas porciones del viejo bloque histórico que ha hecho posible la existencia de la nación, no obstante el peso en contra que han jugado permanentemente las élites.

En las elecciones pasadas y en todos estos nuevos e inéditos acontecimientos que le siguieron, lo que se expresa es el conflicto entre dos proyectos y dos maneras de concebir el futuro de México. Pudo haberse dirimido en el terreno de las urnas, si Fox y el PAN hubiesen jugado limpio y no le hubiesen apostado a la guerra sucia y al fraude. Al meter en la cancha del juego la acción política e ilegal de organismos patronales, de empresas privadas y sobre todo de la Presidencia de la República, acabaron con la credibilidad de los resultados de los comicios, hecho que quedó más que demostrado con la sentencia emitida por el tribunal electoral. Con todo esto pasaron el conflicto del terreno eleccionario al de las luchas sociales y al de la confrontación, que pudieron evitar aún después del 2 de julio, aceptando sencillamente la propuesta de recontar todos los votos.

Los más optimistas en el campo del gobierno que inaugurará Felipe Calderón el 1 de diciembre, le apuestan al desgaste usual que sufren todos los movimientos sociales y a que éste pueda finalmente evaporarse. Algunos de los “duros” que llegan al gabinete, traen además, la mentalidad de aplicar el garrote y el fusil para aplacar a los descontentos. Son malos cálculos. La cantidad de agravios que subyacen en cada protesta social hace que brote una nueva cuando apenas se encuentra apagándose la anterior. Meter a la cárcel o agredir a los que protestan como lo ha hecho el ex gobernador de Jalisco, al parecer próximo secretario de Gobernación, será como patear a un avispero.

En el campo del “lópezobradorismo”, llamémosle así, no hay unanimidad de criterios y mal podría haberla entre gente acostumbrada a pensar por cuenta propia. Muchas preguntas flotan en el ambiente, entre otras: ¿Qué significado puede tener la existencia de un presidente que carece de la sanción legal? ¿Acaso no será Felipe Calderón y su aparato de gobierno quienes detenten el manejo de la legalidad y de los recursos públicos? Ensayemos algunas respuestas: la presidencia de López Obrador se constituirá en el principal punto político de referencia en todo el ámbito de las políticas públicas en el país. Habrá una propuesta de política económica, para relaciones exteriores, de educación y para cada uno de los campos de acción del gobierno federal. Esto obrará como un polo alternativo, frente a una administración que, a pesar de cualquier voluntad en contra, mantendrá una línea de continuidad con todos los vicios de la presente.

Felipe Calderón ejercerá las funciones de gobierno. Cobrará nuestros impuestos y administrará los recursos del Estado y a esto, todos tenemos que atenernos. Los que son funcionarios públicos y los particulares. Ello no puede evitarse si no es en el marco de una guerra civil que, creo, nadie quisiera provocar en México. Sin embargo, sus títulos legales no serán suficientes, a lo largo del sexenio, para dotarlo de legitimidad. Todo parece indicar que no se repetirá aquí 1988, cuando Carlos Salinas de Gortari pudo beneficiarse con la complicidad del PAN, quien lo cubrió con el manto que le diera legalidad y encubriera el fraude merced al cual asumió la Presidencia de la República.

Así, después del 1 de diciembre, para gran pesar de los que apresuradamente dan por liquidado el movimiento que sostuvo la candidatura de López Obrador, en el país, sin duda alguna, continuará la disputa por el rumbo de la nación en cada metro del espacio social. No en balde están planteados abiertamente dos concepciones: educación laica vs educación confesional, soberanía vs entreguismo, libertad sindical vs corporativismo, justicia social vs desigualdad, honestidad vs corrupción, control de los oligopolios vs manos libres a la oligarquía. Estos son los términos.
http://diario.com.mx/nota.asp?notaid=bf855ed724e2f95accaa6f1a59768e38

Diario Digital 2003©

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