Friday, December 01, 2006
Cd. Juárez Chih., México - hoy es: 1 de Diciembre del 2006
Desafío: investidura forzada
1 de Diciembre del 2006
Actualizado: 4:01:46 AM hora de Cd. Juárez
Rafael Loret de Mola
Escritor y analista político
Distrito Federal— Los hubiera no existen. Pero, ¡cuánto bien le habría hecho a la salud política del país un interinato! Lo expusimos en su momento: en la perspectiva poselectoral que derivó de una irregular, por decir lo menos, parafernalia gubernamental, lo más trascendente era, sin duda, encontrar alguna ruta hacia la reconciliación nacional. No se hizo, optándose por privilegiar la sesgada estadística oficial que otorgó, por un pelo, la victoria a la causa de la continuidad y la derecha como si con ello se canalizara, de verdad, la voluntad mayoritaria aun cuando Felipe Calderón no hubiese sido votado por cuatro de cada cinco empadronados.
Sin los hubiera de por medio, Calderón se apresta hoy a pasar un mal trago en el día marcado para su asunción presidencial, acaso el más esperado por él desde las ambiciosas jornadas infantiles rebosantes de sueños. Su desafío no es el de iniciar el gobierno bajo parámetros negativos –siempre los arranques sexenales han tenido este deplorable signo-- sino, precisamente, lograr iniciarlo con el formalismo del rito insustituible porque lo acredita el texto fundamental del país: si no hay protesta, no hay presidente. Y es esta circunstancia, polarizadas las opiniones y las pasiones, la que mantiene en un hilo la expectación general y no sólo en México. Cuando menos puede decirse que nuestra crisis política también preocupa al mundo.
Hasta donde podía observarse en el pasado inmediato, Calderón no mostraba visos de ser un vulgar ambicioso del poder. Quien debió explicarlo así fue Andrés Manuel López Obrador situado en la condición de mesiánico ofensor presto a erigirse como dictador perpetuo. Felipe, en cambio, apostó por la raigambre familiar y se mostró como un clasemediero preocupado por los rezagos sociales. En cierta medida se nutrió de la enseñanza fujimoriana que le permitió acceder al “chino”, como le llamaban, a la Presidencia del Perú basándose en un perfil ayuno de aristocracia y rebosante de calor popular. Y decía: gobernaré como lo harías tú. Millones le creyeron hasta que la ilusión democrática desbarrancó hacia la autocracia.
Calderón es, desde ahora, un mandatario débil, acosado, cooptado, limitado. Hacia dentro, como lo hemos explicado ya, confrontará la resistencia de un opositor fuerte, obcecado, más bien terco, que estima la grandeza política en la capacidad de martirio, desprendido de comodidades y de ilusiones de riqueza. Su “sueldo”, fijado por él en 50 mil pesos mensuales, no sirve para hacer fortuna sino para mantener la dinámica política aun cuando parezca rehén del ocio de la protesta improductiva.
Para el michoacano Felipe, quien perdió en su tierra en la misma tónica a lo sucedido cuando se postuló para el gobierno de su entidad –quedó en aquella ocasión en tercer lugar--, muy a pesar de su reiterada promoción para identificarse con la mariposa monarca que sólo finca su santuario unos cuantos meses al año sobre las tierras del Tata, la ocasión se presenta como un severo valladar contra todo propósito sectario. Y, para infortunio suyo, hasta el momento sólo ha podido pagar facturas... a los cómplices que le sirvieron para llegar aunque lo hiciera atrapado por los lastres. Es este rasgo, el del mandatario preso de sus aliados, el que desvía las buenas intenciones y exalta la gravedad de la crisis que ya nadie se atreve a negar aun cuando el propio Calderón calificó a la jornada de hoy, cuando todavía no la observaba tan inminente, como “un día divertido”. Que empiecen, entonces, los fuegos pirotécnicos.
Debate
Hace unos días sorprendí al auditorio de Monterrey cuando, contra lo esperado de parte de un analista crítico que ha señalado los pecados de origen de quien fue designado “presidente electo” bajo sospecha, explicando las condiciones positivas del señor Calderón en ausencia del “carisma” que, sin duda, encumbró a Fox como el abanderado del cambio aun cuando carecía de capacidad y preparación para ejercer el delicado encargo de ejercer la Presidencia de la República en una etapa crucial. A diferencia de Vicente, el michoacano tiene conocimiento de causa, destacó como legislador pos su talante conciliador –la campaña precedente le hizo perder el tacto por lo ríspida--, y mantuvo más que una “sana distancia” respecto al foxismo, aun cuando fuera miembro del gabinete durante dos años, empeñándose en mostrarse más como panista tradicional, reacia, por tanto, a los iluminismos circunstanciales.
Si Fox cayó en el esquema de la corrupción al mentir sobre sus verdaderos alcances y pretender conducir la nave de la República sin más fuerza que la de su propio instinto, quedando por ello sujeto a los criterios de otros –incluyendo a su cónyuge--, Calderón, al aceptar el papel del “menos malo” y permitir los excesos cometidos en su nombre, por el imperativo de salvar la continuidad de la esquizofrenia izquierdista, redujo sus verdaderos alcances y posibilitó el reacomodo y arribazón posterior de algunos de los más oscuros representantes del viejo régimen. La penitencia comienza hoy.
No es que Felipe, y lo mismo Fox, haya dejado de ser una “buena persona” con aplicaciones cotidianas de hacendosos y cumplidores en las relaciones familiares. Se trata de resolver si estamos ante un verdadero líder. Fox, por ejemplo, renunció a ser cabeza, aun cuando tuviera en sus manos los instrumentos del poder, cuando temió enfrentarse a los grupos poderosos, las mafias dominantes, optando por ganar tiempo, perdiéndolo. Felipe, acorralado y en la condición menos agraciada para un mandatario incipiente de cuantas hayan confrontado sus antecesores en la Primera Magistratura, parece anclado entre la posibilidad de ser titiritero o títere. Su destino político depende, sin duda, de que pueda resolver la coyuntura.
Calderón, en fin, sabe muy bien que su misión fundamental es la de conciliar. Y es evidente que, por cuanto ha sucedido, el papel de apóstol parece finiquitado.
http://diario.com.mx/nota.asp?notaid=1a7ad50317d31ec340e49f5581be4664
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Desafío: investidura forzada
1 de Diciembre del 2006
Actualizado: 4:01:46 AM hora de Cd. Juárez
Rafael Loret de Mola
Escritor y analista político
Distrito Federal— Los hubiera no existen. Pero, ¡cuánto bien le habría hecho a la salud política del país un interinato! Lo expusimos en su momento: en la perspectiva poselectoral que derivó de una irregular, por decir lo menos, parafernalia gubernamental, lo más trascendente era, sin duda, encontrar alguna ruta hacia la reconciliación nacional. No se hizo, optándose por privilegiar la sesgada estadística oficial que otorgó, por un pelo, la victoria a la causa de la continuidad y la derecha como si con ello se canalizara, de verdad, la voluntad mayoritaria aun cuando Felipe Calderón no hubiese sido votado por cuatro de cada cinco empadronados.
Sin los hubiera de por medio, Calderón se apresta hoy a pasar un mal trago en el día marcado para su asunción presidencial, acaso el más esperado por él desde las ambiciosas jornadas infantiles rebosantes de sueños. Su desafío no es el de iniciar el gobierno bajo parámetros negativos –siempre los arranques sexenales han tenido este deplorable signo-- sino, precisamente, lograr iniciarlo con el formalismo del rito insustituible porque lo acredita el texto fundamental del país: si no hay protesta, no hay presidente. Y es esta circunstancia, polarizadas las opiniones y las pasiones, la que mantiene en un hilo la expectación general y no sólo en México. Cuando menos puede decirse que nuestra crisis política también preocupa al mundo.
Hasta donde podía observarse en el pasado inmediato, Calderón no mostraba visos de ser un vulgar ambicioso del poder. Quien debió explicarlo así fue Andrés Manuel López Obrador situado en la condición de mesiánico ofensor presto a erigirse como dictador perpetuo. Felipe, en cambio, apostó por la raigambre familiar y se mostró como un clasemediero preocupado por los rezagos sociales. En cierta medida se nutrió de la enseñanza fujimoriana que le permitió acceder al “chino”, como le llamaban, a la Presidencia del Perú basándose en un perfil ayuno de aristocracia y rebosante de calor popular. Y decía: gobernaré como lo harías tú. Millones le creyeron hasta que la ilusión democrática desbarrancó hacia la autocracia.
Calderón es, desde ahora, un mandatario débil, acosado, cooptado, limitado. Hacia dentro, como lo hemos explicado ya, confrontará la resistencia de un opositor fuerte, obcecado, más bien terco, que estima la grandeza política en la capacidad de martirio, desprendido de comodidades y de ilusiones de riqueza. Su “sueldo”, fijado por él en 50 mil pesos mensuales, no sirve para hacer fortuna sino para mantener la dinámica política aun cuando parezca rehén del ocio de la protesta improductiva.
Para el michoacano Felipe, quien perdió en su tierra en la misma tónica a lo sucedido cuando se postuló para el gobierno de su entidad –quedó en aquella ocasión en tercer lugar--, muy a pesar de su reiterada promoción para identificarse con la mariposa monarca que sólo finca su santuario unos cuantos meses al año sobre las tierras del Tata, la ocasión se presenta como un severo valladar contra todo propósito sectario. Y, para infortunio suyo, hasta el momento sólo ha podido pagar facturas... a los cómplices que le sirvieron para llegar aunque lo hiciera atrapado por los lastres. Es este rasgo, el del mandatario preso de sus aliados, el que desvía las buenas intenciones y exalta la gravedad de la crisis que ya nadie se atreve a negar aun cuando el propio Calderón calificó a la jornada de hoy, cuando todavía no la observaba tan inminente, como “un día divertido”. Que empiecen, entonces, los fuegos pirotécnicos.
Debate
Hace unos días sorprendí al auditorio de Monterrey cuando, contra lo esperado de parte de un analista crítico que ha señalado los pecados de origen de quien fue designado “presidente electo” bajo sospecha, explicando las condiciones positivas del señor Calderón en ausencia del “carisma” que, sin duda, encumbró a Fox como el abanderado del cambio aun cuando carecía de capacidad y preparación para ejercer el delicado encargo de ejercer la Presidencia de la República en una etapa crucial. A diferencia de Vicente, el michoacano tiene conocimiento de causa, destacó como legislador pos su talante conciliador –la campaña precedente le hizo perder el tacto por lo ríspida--, y mantuvo más que una “sana distancia” respecto al foxismo, aun cuando fuera miembro del gabinete durante dos años, empeñándose en mostrarse más como panista tradicional, reacia, por tanto, a los iluminismos circunstanciales.
Si Fox cayó en el esquema de la corrupción al mentir sobre sus verdaderos alcances y pretender conducir la nave de la República sin más fuerza que la de su propio instinto, quedando por ello sujeto a los criterios de otros –incluyendo a su cónyuge--, Calderón, al aceptar el papel del “menos malo” y permitir los excesos cometidos en su nombre, por el imperativo de salvar la continuidad de la esquizofrenia izquierdista, redujo sus verdaderos alcances y posibilitó el reacomodo y arribazón posterior de algunos de los más oscuros representantes del viejo régimen. La penitencia comienza hoy.
No es que Felipe, y lo mismo Fox, haya dejado de ser una “buena persona” con aplicaciones cotidianas de hacendosos y cumplidores en las relaciones familiares. Se trata de resolver si estamos ante un verdadero líder. Fox, por ejemplo, renunció a ser cabeza, aun cuando tuviera en sus manos los instrumentos del poder, cuando temió enfrentarse a los grupos poderosos, las mafias dominantes, optando por ganar tiempo, perdiéndolo. Felipe, acorralado y en la condición menos agraciada para un mandatario incipiente de cuantas hayan confrontado sus antecesores en la Primera Magistratura, parece anclado entre la posibilidad de ser titiritero o títere. Su destino político depende, sin duda, de que pueda resolver la coyuntura.
Calderón, en fin, sabe muy bien que su misión fundamental es la de conciliar. Y es evidente que, por cuanto ha sucedido, el papel de apóstol parece finiquitado.
http://diario.com.mx/nota.asp?notaid=1a7ad50317d31ec340e49f5581be4664
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