Sunday, December 10, 2006
Cd. Juárez Chih., México - hoy es: 10 de Diciembre del 2006
Un nuevo sheriff en el pueblo
10 de Diciembre del 2006
Actualizado: 3:53:13 AM hora de Cd. Juárez
Jorge Zepeda Patterson
Distrito Federal— Felipe Calderón no ha ahorrado esfuerzos para comunicarle a la nación que ya existe presidente. Su equipo ha preparado una andanada de medidas y decisiones para mostrar que frente a la parálisis que caracterizó el gobierno de Vicente Fox, “el nuevo sheriff” no perderá ocasión para ejercer su autoridad. En lo general es una estrategia correcta hacer saber que hay alguien al mando, pero la manera en que lo está haciendo podría desencadenar peligros mayores.
El presidente entrante se ha convencido de que México necesita un gobierno parecido al de Álvaro Uribe, exitoso mandatario colombiano, conocido por su mano dura y su austeridad. Un cruce tropicalizado de Ernesto Zedillo y Rudy Giuliani. Todo indica que el equipo de Calderón apostará por este populismo conservador, a partir de la exigencia de seguridad y estabilidad de parte de las clases medias y altas, de los medios de comunicación y de los poderes económicos. La detención de Flavio Sosa, de la APPO, difundida en televisión como si fuese el líder de un cártel y la aparente supresión del conflicto de Oaxaca, como si hubiese consistido simplemente en un capricho de revoltosos, es una señal en ese sentido.
Habría que decir que el propio López Obrador ha dado la coartada perfecta para que el gobierno entrante aspire a “posicionarse” con esta estrategia de populismo conservador. Los llamados a reventar las instituciones y provocar la ingobernabilidad por parte de los perredistas, han propiciado que amplios sectores de la población comiencen a preferir la estabilidad que la democracia, la gobernabilidad que la justicia. A la opinión pública le queda claro que es un acto injusto detener a los líderes de la APPO y al mismo tiempo dejar impunes los delitos del gobernador Ulises Ruiz.
Incluso los sectores conservadores exigían la aplicación del estado de derecho en la entidad, ante los “desmanes” de la APPO y los crímenes de los esbirros del gobernador. Pero la medida unilateral del gobierno en contra de uno solo de los polos en disputa, no indigna a las buenas conciencias a pesar del trato desigual, si a cambio de eso se restablece la tranquilidad social, aunque sea de manera aparente. El populismo conservador apela a la estabilidad y a la seguridad, por encima de los criterios de justicia social o democracia. Un sheriff de mano firme, aunque en ocasiones se le pase. A juicio de ellos es preferible un exceso de la autoridad, que el caos de la inacción.
Por desgracia, este enfoque suele postergar los problemas, pero aumenta su gravedad. El autoritarismo de un padre de familia permite comer en santa paz en la mesa, pero no resuelve las frustraciones de una esposa o de un hijo en problemas. Reprimir movimientos sociales y encarcelar a sus líderes, es la ruta más rápida para producir grupos subversivos y guerrilleros en las sierras y los cinturones urbanos. Los que suspiran por la firmeza de Díaz Ordaz ya olvidaron lo que desencadenó poco después.
Pese a la retórica a lo largo de estos meses y una primera gira al municipio más pobre del país, el gabinete de Calderón y su presupuesto para el 2007 pintan de cuerpo entero su estrategia. Su gabinete es un gabinete de guerra, contrario a las promesas de “extender la mano” y gobernar junto con el otro 65 por ciento que no votó por él.
Calderón desaprovechó la oportunidad de nombrar a personajes importantes, equidistantes de la polarización; hombres y mujeres respetados por todas las fuerzas políticas. El secretario de Gobernación, Francisco Ramírez Acuña, no es un hombre de talante firme dispuesto a aplicar el estado de derecho. En realidad se trata de una regresión; representa el arribo del autoritarismo arbitrario y caprichoso. Como gobernador en Jalisco su desempeño estuvo caracterizado por un despliegue de “machismo político” (el gobernador está por encima de las leyes). Su subsecretario de gobierno y brazo derecho, Abraham González, afirmó el viernes que habrán de “limitar los movimientos sociales que pudieran afectar la paz social”, como si el gobierno pudiese indicarle a la sociedad cuáles reivindicaciones son aceptables y cuáles no tienen derecho a expresarse.
Primero la gobernabilidad, luego la democracia. No perciben que la democracia es la única garantía de gobernabilidad de largo plazo. Cerrar el paso a los grupos inconformes ciertamente genera estabilidad momentánea, pero al no poder canalizarse democráticamente, estas inconformidades se harán subterráneas hasta explotar en movimientos violentos ya sea de manera clandestina o como explosiones sociales súbitas y disruptivas.
La designación de Medina Mora en la PGR, un panista conservador, representa una oportunidad perdida. México es el único país “democrático” en donde la persecución de los delitos está asignada a una rama del Ejecutivo. No hay posibilidad de confiar en la imparcialidad de toda intervención policiaca que roce lo político. En lugar de optar por un abogado universalmente respetado y darle un mínimo de autonomía y legitimidad a la procuración de justicia, Calderón hace de ésta una prerrogativa de su gobierno.
Por su parte, el presupuesto refleja la misma estrategia. Fuertes recortes a educación, a construcción de carreteras rurales, al combate al sida. El mayor aumento es para seguridad, pero se disminuyen las partidas a las policías estatales y municipales (en donde son mayoría los gobiernos de otros partidos). Es decir, pocos recursos a la pluralidad y al desarrollo social de largo aliento (justamente educación e infraestructura). Aumenta el gasto social en subsidios para el empleo provisional y en general para los síntomas de la pobreza, pero no para su resolución. En política, mano firme; en estrategia social, caridad cristiana. Es más fácil y de efecto inmediato regalar pan, que ayudar a montar una panadería.
Calderón parece encantado con este populismo conservador que le exige firmeza y acciones rápidas. Un sheriff decidido a imponer el orden, aunque sea el orden que dictan aquellos que lo contrataron. El problema es que los mexicanos no necesitamos a un sheriff, sino a un jefe de Estado.
http://diario.com.mx/nota.asp?notaid=072dd5cb65b758b5dbd6a0ad941fa155
Diario Digital 2003©
Un nuevo sheriff en el pueblo
10 de Diciembre del 2006
Actualizado: 3:53:13 AM hora de Cd. Juárez
Jorge Zepeda Patterson
Distrito Federal— Felipe Calderón no ha ahorrado esfuerzos para comunicarle a la nación que ya existe presidente. Su equipo ha preparado una andanada de medidas y decisiones para mostrar que frente a la parálisis que caracterizó el gobierno de Vicente Fox, “el nuevo sheriff” no perderá ocasión para ejercer su autoridad. En lo general es una estrategia correcta hacer saber que hay alguien al mando, pero la manera en que lo está haciendo podría desencadenar peligros mayores.
El presidente entrante se ha convencido de que México necesita un gobierno parecido al de Álvaro Uribe, exitoso mandatario colombiano, conocido por su mano dura y su austeridad. Un cruce tropicalizado de Ernesto Zedillo y Rudy Giuliani. Todo indica que el equipo de Calderón apostará por este populismo conservador, a partir de la exigencia de seguridad y estabilidad de parte de las clases medias y altas, de los medios de comunicación y de los poderes económicos. La detención de Flavio Sosa, de la APPO, difundida en televisión como si fuese el líder de un cártel y la aparente supresión del conflicto de Oaxaca, como si hubiese consistido simplemente en un capricho de revoltosos, es una señal en ese sentido.
Habría que decir que el propio López Obrador ha dado la coartada perfecta para que el gobierno entrante aspire a “posicionarse” con esta estrategia de populismo conservador. Los llamados a reventar las instituciones y provocar la ingobernabilidad por parte de los perredistas, han propiciado que amplios sectores de la población comiencen a preferir la estabilidad que la democracia, la gobernabilidad que la justicia. A la opinión pública le queda claro que es un acto injusto detener a los líderes de la APPO y al mismo tiempo dejar impunes los delitos del gobernador Ulises Ruiz.
Incluso los sectores conservadores exigían la aplicación del estado de derecho en la entidad, ante los “desmanes” de la APPO y los crímenes de los esbirros del gobernador. Pero la medida unilateral del gobierno en contra de uno solo de los polos en disputa, no indigna a las buenas conciencias a pesar del trato desigual, si a cambio de eso se restablece la tranquilidad social, aunque sea de manera aparente. El populismo conservador apela a la estabilidad y a la seguridad, por encima de los criterios de justicia social o democracia. Un sheriff de mano firme, aunque en ocasiones se le pase. A juicio de ellos es preferible un exceso de la autoridad, que el caos de la inacción.
Por desgracia, este enfoque suele postergar los problemas, pero aumenta su gravedad. El autoritarismo de un padre de familia permite comer en santa paz en la mesa, pero no resuelve las frustraciones de una esposa o de un hijo en problemas. Reprimir movimientos sociales y encarcelar a sus líderes, es la ruta más rápida para producir grupos subversivos y guerrilleros en las sierras y los cinturones urbanos. Los que suspiran por la firmeza de Díaz Ordaz ya olvidaron lo que desencadenó poco después.
Pese a la retórica a lo largo de estos meses y una primera gira al municipio más pobre del país, el gabinete de Calderón y su presupuesto para el 2007 pintan de cuerpo entero su estrategia. Su gabinete es un gabinete de guerra, contrario a las promesas de “extender la mano” y gobernar junto con el otro 65 por ciento que no votó por él.
Calderón desaprovechó la oportunidad de nombrar a personajes importantes, equidistantes de la polarización; hombres y mujeres respetados por todas las fuerzas políticas. El secretario de Gobernación, Francisco Ramírez Acuña, no es un hombre de talante firme dispuesto a aplicar el estado de derecho. En realidad se trata de una regresión; representa el arribo del autoritarismo arbitrario y caprichoso. Como gobernador en Jalisco su desempeño estuvo caracterizado por un despliegue de “machismo político” (el gobernador está por encima de las leyes). Su subsecretario de gobierno y brazo derecho, Abraham González, afirmó el viernes que habrán de “limitar los movimientos sociales que pudieran afectar la paz social”, como si el gobierno pudiese indicarle a la sociedad cuáles reivindicaciones son aceptables y cuáles no tienen derecho a expresarse.
Primero la gobernabilidad, luego la democracia. No perciben que la democracia es la única garantía de gobernabilidad de largo plazo. Cerrar el paso a los grupos inconformes ciertamente genera estabilidad momentánea, pero al no poder canalizarse democráticamente, estas inconformidades se harán subterráneas hasta explotar en movimientos violentos ya sea de manera clandestina o como explosiones sociales súbitas y disruptivas.
La designación de Medina Mora en la PGR, un panista conservador, representa una oportunidad perdida. México es el único país “democrático” en donde la persecución de los delitos está asignada a una rama del Ejecutivo. No hay posibilidad de confiar en la imparcialidad de toda intervención policiaca que roce lo político. En lugar de optar por un abogado universalmente respetado y darle un mínimo de autonomía y legitimidad a la procuración de justicia, Calderón hace de ésta una prerrogativa de su gobierno.
Por su parte, el presupuesto refleja la misma estrategia. Fuertes recortes a educación, a construcción de carreteras rurales, al combate al sida. El mayor aumento es para seguridad, pero se disminuyen las partidas a las policías estatales y municipales (en donde son mayoría los gobiernos de otros partidos). Es decir, pocos recursos a la pluralidad y al desarrollo social de largo aliento (justamente educación e infraestructura). Aumenta el gasto social en subsidios para el empleo provisional y en general para los síntomas de la pobreza, pero no para su resolución. En política, mano firme; en estrategia social, caridad cristiana. Es más fácil y de efecto inmediato regalar pan, que ayudar a montar una panadería.
Calderón parece encantado con este populismo conservador que le exige firmeza y acciones rápidas. Un sheriff decidido a imponer el orden, aunque sea el orden que dictan aquellos que lo contrataron. El problema es que los mexicanos no necesitamos a un sheriff, sino a un jefe de Estado.
http://diario.com.mx/nota.asp?notaid=072dd5cb65b758b5dbd6a0ad941fa155
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